Esta especie de cangrejo ermitaño suele vivir asociada a la anémona Calliactis parasitica, en una simbiosis en que ambos sacan provecho de la relación. Se han visto hasta 7 anémonas sobre un mismo ermitaño, aunque dos es un número mucho más habitual. El cangrejo se aprovecha de la defensa que le brindan los tentáculos urticantes de la anémona contra su peor enemigo, el pulpo, mientras que la anémona se beneficia de la movilidad del ermitaño.
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