La longitud típica de la concha es de 4 a 6 cm, aunque puede llegar a los 8 cm. Aunque ésta parece la valva de un bivalvo, este animal es en realidad un gasterópodo y se observa claramente una espiral en un extremo de la concha. Tiene además una conspicua hilera de orificios respiratorios -generalmente seis- que atraviesan la concha y por los que expande unos tentáculos con función sensitiva. A medida que el animal crece va ocluyendo los orificios antiguos y genera otros nuevos.
La parte exterior de la concha es de color marrón, con pliegues muy marcados y estrías de crecimiento que siguen la forma espiral. La coloración es muy críptica y puede estar recubierta de otros organismos, así, es perfectamente adecuada a este animal que vive bajo las piedras, a poca profundidad, alimentándose de algas.
Se le puede observar al girar rocas en fondos someros, pero será necesario retornarlas a la posición inicial para no alterar en exceso las condiciones de vida de la multitud de organismos que allí viven.
El animal posee un pie musculoso que le permite adherirse a las rocas y está recubierto por tubérculos y filamentos, claramente visibles en el margen del cuerpo que hay inmediatamente bajo la concha. Gracias a él, se mueve reptando por la superficie de las rocas.
Es una especie de hábitos nocturnos.
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